Toda la luminosidad, todo el esplendor, todo el fulgor del sol en la mañana, no entraba a iluminar el rapto de Perséfone hacia el Hades en la oscura cámara mortuoria del túmulo en Vergina. En un mural y en magnífico escorzo, muestra cómo la diosa se resiste a prescindir de la luminosa mañana, encerrada en su tenebroso destino. Su madre desesperada e inquieta, aborrecibles males al mundo vaticina. Tan solo una nota de color púrpura, muestra su manto en cadenciosos pliegues, mientras estira los brazos hacia la luz perdida. Pronto el pacto entre los caprichosos dioses, hará que anualmente renazca de la oscuridad la florida y esplendorosa primavera.
Mirabas el mundo, creyendo abarcarlo,
sentado en una silla de enea pintada de azul.
El mar aplanado y aplastado por un cielo
del color de la silla,
y los guijarros de la orilla
secados por un calmo viento cálido,
formaban un orbe en el que se impedía
turbar lo más mínimo al tiempo.
La luminosa mañana se estrenaba.
El silencio emitía los únicos sonidos
del canto de escasos pájaros,
bajando del azul de rama en rama,
en el único árbol que allí había.
Ahora os convoco,
testigos de mi dicha,
con el solo pretexto de revivir
aquel apacible silencio,
en el límite oriental de la isla.
Ayer día 22 fue el día de la tierra y hoy 23 el día del libro. También el recuerdo de la muerte de Cervantes y Shakespeare respectivamente. por ello me permito compartir el siguiente documento extraído del blog de la Agenda de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina.
Poeta y agricultor, así resiste un anciano refugiado de Palestina a la ocupación israelí
“Con la escritura podemos ser libres en nuestra tierra”, Saeed, refugiado de Palestina
Haneen Harara
Gaza
Saeed en su tierra, bolígrafo en mano, escribiendo un nuevo verso
“Yo no escribo a la tierra, la tierra me escribe a mí.
Soy un poema,
soy un verso.
Una epopeya de la tierra que llevo dentro.
Una leyenda de esta tierra
a la que yo pertenecía“
Así, en verso, responde Saeed cuando se le pregunta por su forma de escribir sobre la tierra palestina. En la semana de los libros y la escritura, que tan necesarios son para aprender, explicar y reivindicar, conocemos a Saeed. Con la kufiya tradicional palestina en la cabeza, un hacha en una mano y, en la otra, papel y bolígrafo, nos habla de poesía, escritura, identidad y tierra, la que labra y a la que pertenece. Estas son las herramientas con las que resiste a la ocupación israelí.
Saeed Mohammed Salem Al-Daour, de 66 años, es refugiado de Palestina de la aldea de Harbya, a 14 kilómetros al noreste de Gaza. Vive en el Beit Lahia y posee una casa y un terreno cerca de la valla de separación, concretamente cerca de Herbie, donde vive con su familia numerosa de 5 hijas, 5 hijos y diez nietos.
“Nací para encontrarme entre la naturaleza. Adoro la tierra y ella me devuelve el amor por el tiempo que le dedico. Crecí aquí, entre olivos y cítricos, de los que ahora estoy a cargo. Son miembros de mi familia, como mis hijos”, afirma Saeed.
Saeed es un humilde agricultor, sin salario, que posee una pluma fuerte y determinante, con la que escribe lo que siente hacia su tierra natal. Plasmar en forma de verso sus sentimientos es la forma más honesta que encuentra de hacerlo. “Le escribo a la tierra porque la adoro. Escribo para sentirme yo mismo, es como respirar. Es mi estilo de vida. Me siento agradecido cuando mis nietos leen mis poemas y tratan de escribir como yo. Es una forma de mostrarle a mis hijos y nietos que con la escritura podemos ser libres en nuestra tierra”.
El poeta y agricultor se siente muy identificado con las raíces de los olivos que se amarran al suelo y siente nostalgia por la tierra de padres y abuelos. El pueblo palestino sigue defendiendo el derecho a la libre determinación y el establecimiento de un Estado en el suelo de la Palestina histórica.
La guerra Árabe-Israelí de 1948, ha dejado en continuo sufrimiento al pueblo palestino durante 74 años. Actualmente, 5,7 millones de refugiados y refugiadas de Palestina se encuentran registrados en la Agencia de Naciones Unidas para la población Refugiada de Palestina (UNRWA)
(Extraído de elDiario.es del 22-04-2022 y a su vez del blog de UNSWA.
UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo.)
Aún no finalizaba el otoño
y un viento fresco cruzaba,
como un chorro húmedo,
por el puente sobre la calle líquida.
El sol, lanzando sus rayos de despedida,
encendía, la torre de Santa María Formosa
y el campo a sus pies, se llenaba
del jolgorio de niños correteando,
con el límite: hasta que florezcan en el cielo
los astros de la noche.
Sentada y la espalda apoyada,
en la fachada de la iglesia,
la mirada perdida al otro lado del canal.
Con sus oídos mira la ventana ojival,
que se abre desbordante de sonidos.
Dentro, iluminado por grandes velas,
un largo de violonchelo y continuo de Gabrielli,
provoca en los ojos, abiertos en vano,
la magia de la música,
y se desliza una lágrima, no vista.
Al fondo del canal se aleja una góndola,
dejando una estela y el agua en movimiento,
donde flota el dorado de la luz ojival,
con los últimos sonidos que el cello deja.
Como hojas de los árboles en otoño
caen los versos sobre el blanco poema,
llenándolo, en muchos casos,
de enigmático y definitivo resultado.
Hojas de los árboles
caen sobre el blanco poema,
Llenándolo
de enigmático resultado.
Hojas
sobre el poema
llenándolo
de resultado.
Hojas
poema
resultado
Po
e
ma