Frente al mar, contemplando absorto
el cotidiano movimiento de la extensión,
agua casi sin límites, de rugosa superficie,
con cada ola sacudiendo su húmedo frío,
elevando espumas, gotas y brumas,
combatiendo y desmenuzando rocas,
en diminutos fragmentos, abismados
en lo más profundo del mundo salino,
el viento me trae frente al mar que conozco,
retazos de vida, que con las olas
se aproximan con constancia hacia la orilla.
