Cala Macarella

Amanece el día como una desteñida noche 
Sonidos del aire frío estremecen las rocas,
nacidas lentamente en someros mares,
y el viento se eleva llevando
descoloridos trazos de mar azul
con olor a sal y ensoñaciones
hacia el mar invertido de igual color,
donde, como peces, nadan las aves.

Se adentra el acuoso azul hacia la orilla,
donde desvirtúa su color la arena,
y es solo agua cuando, con la mano,
atrapar intento el color inexistente


Pincel

Al igual que el pincel elige el color
y se impregna en él y al dirigirse al lienzo,
la mano duda que trazó hacer,
con qué intensidad dar color a lo inexistente,
y suave se desliza apareciendo 
sutiles realidades, de entre los humos del enigma,
y parece que no hay vuelta atrás,
de un cuerpo vivo el lienzo se puebla.

Así nos fue dado el pincel 
y ante el blanco lienzo, con destreza,
fuimos pintando y dando color,
con trazos que puedan verse y leerse,
sin importar el estilo, indistintamente,
las rosadas auroras y rojos ocasos,
el cielo siempre azul y verdes los campos

Ortigia

La vista deslumbrada por el azul
de este mar que no muere,
que está latente y en reposo,
se dejó mecer con el leve movimiento,
del agua que golpetea secamente
contra los muros del puerto.
¡Plas! ¡Plas! ¡Plas!

El mismo color de estos muros
se repite por toda la ciudad
resaltando la luminosidad ocre,
El barroquismo que lo invade todo,
con los rayos de un sol de mediodía.

La catedral en su irregular plaza,
deja ver los orígenes iniciales de la obra.
Con bloques, de igual naturaleza,
rellenaron los huecos entre columnas
dóricas del templo de Atenea,
cerrando el recinto de un nuevo templo.
Los suelos enlosados de la plaza,
dejan ver, desgastados, fósiles
más antiguos aún que la diosa
y que los amores acuosos de Aretusa y Alfeo.




Una brisa

Una leve brisa hace temblar,
del mar, la llanura inmensa 
deslizándose, casi sin tocar,
la superficie de su abismo.
De una gaviota rasante,
le mueve una pluma gris de un ala
sin modificarle el vuelo
Pero el mar, como Sísifo,
vuelve a su inicio, se abomba
y ondula en una ola que,
apaciblemente llega a la orilla.

Sigue la brisa invisible y sin parar
adentrándose por prados y lomas.
Rodea el tronco de un árbol.
levanta del suelo un papel,
acaricia el rubor de la manzana
y esta se deja mover.

Mira en la noche extasiada 
en lo alto los astros brillar,
inmóviles en un punto,
hasta allí quiere llegar.


Entre los árboles busco el tiempo

Entre los árboles busco el tiempo.
Su dimensión me engaña. Hoy: 
El altivo castaño con sus hojas largas,
el robusto roble y sus incipientes bellotas,
los blancos troncos de los abedules
moviendo dulcemente las hojas,
los cerezos de hojas ya anaranjadas,
precursores del cambio,
no parecen diferentes a ayer.

Es la una de la tarde en el reloj.
Terminó la mañana, fabricada con tintes del alba, 
henchida de hermosura.
creciéndose en sombras, la tarde, se instala.
Miro al gorrión parado en la rama.
Inmovil, solo un ligero mover la cabeza.
Según el reloj, han pasado dos minutos,
Mientras él sigue contemplando el espacio
Es la una y cinco. Es la tarde, indica el reloj.

Convenciones dadas. Todo sigue igual.
Se diría que no pasa el tiempo
y mientras lo pienso el tiempo ha pasado,
el presente se desvanece
y el futuro que intuía, pierde su origen .
¡ Inexistente frontera entre el pretérito y el futuro !

El gorrión sigue quieto en su rama.
Pasan veinte minutos de la una de la tarde.
Entonces, decide emprender el vuelo
hacia lo alto del abedul,
donde más se mueven las hojas
y mecerse en una rama.
Permanece inmóvil, otra vez
e intenta parar el tiempo.

Luz dorada

Luz dorada en el mar,

en la arena,

en los guijarros redondeados,

en las conchas abandonadas en la orilla,

Cruda luz del sol que la aurora

dio paso a través de los árboles,

con apresurada lentitud,

ilumina y entibia, ayudado por un aire 

¡viento loco!

Enfebrecido del nuevo día.

Amanece

Va extinguiéndose la noche.

La aurora prepara sus sedas

para que las mueva el aire.

Los colores, negados en lo oscuro,

esperan ansiosos mostrarse,

rosas casi rojos, amarillos casi blancos,

y del negro, grises que se tornan azulados.

Prodigioso espectáculo de las formas,

líneas nuevas delimitan lo oscuro

transformando lo conocido en ignoto,

llenando de imaginación lo real.

El sonido, durmiendo en silencio,

bosteza los primeros gorjeos en los pájaros

que, en una explosiva algarabía,

levantan lentamente el oscuro manto.

Se yerguen las montañas de su raíz,

del cóncavo firmamento su azul se adivina.

Canta el gallo, ladra un perro en la lejanía,

otros lo imitan en el coro de la obertura,

componiendo su armonía,

aumentando la angustia de la certeza,

confirmando, aún en los retazos de la noche,

el resplandor del nuevo día.

Huellas de la vida

El viento del olvido se ha llevado

como hojas secas en otoño,

los iniciales pasos hollando la tierra.

preludios del camino sordo de la vida.

Los pies, ahora, arrastrando sombras,

sosiegan el andar por tierra no pisada,

no hay sorpresa por encontrar adelante

aquello que ya el cansancio no buscaba.

En las dunas se encuentra, muda

y entre sombras, la puerta del futuro,

cerca el mar y su infinito horizonte,

los ojos fijos en él, buscan el ultimo rostro,

mientras la luna desliza su cola plateada.

La vida se arrastra (huye) en el tiempo,

en su transcurrir natural hacia la muerte,

pero hasta el final, aún nos ofrece

descubrir el canto matinal de los pájaros,

la sonrosada luz de la mañana,

del bosque ver y sentir sus latidos,

y el agua del río que incesante pasa…