El pensamiento es como un ave
que revolotea entre las hojas del pasado,
hurgando en el abismo de la vida,
recuerdos que surgen diferentes
en el deseo de modificar el ayer,
ansias de descifrar encrucijadas..
Volando entre intrincadas ramas.
formas invisibles del olvido,
sin mañana para el canto de la alondra,
desfilan como sombras en un océano perdido,
que los sentidos, reviven y transforman.
Lo que fuimos se deshace en el olvido
junto a lo que no pudimos ser,
es el luminoso presente el que conforma
y nutre la realidad, con atrezzo del pasado,
obligando al futuro a volver otra vez, hasta
extinguirse como el rayón de tiza en la pared,
cuando llega la esquina y dobla,
poniendo fin a la eternidad.
La alondra, con sus enigmáticos trinos,
tira de los hilos rosados de la aurora.
Inflamada de deseo silba a la luminosa
que todo lo inunda y vuela hacia ella
engañada por los flujos brillantes,
eligiendo rosados rayos que, al volar
hacia ellos, se transforman en vacío,
iluminando, luego, las sombras del suelo,
donde los gorriones, ahora despiertos,
picotean las perlas doradas de rocío.
Revolotean jugando con el aire en el cenit.
Es el fulgor del día.
El viento se lleva hojas y sombras
y las deja atrapadas en un rincón.
Las sombras de los árboles se alargan
se dirigen raudas a lo alto del crepúsculo,
la tarde se lleva al mundo y pasa,
la alondra canta su muda canción.