A Ana Rua
El río viene cargado de plata
con las primeras luces del día.
El agua, llevando, apresurada pasa
todo el brillo hacia la orilla.
Entonces apresar quiero en mi mano
las piezas, que titilando, brillan.
Aprieto fuerte el puño, creyendo,
haber atrapado de plata un río.
Sigue su curso enardecido,
hacia el ocaso está su mar,
donde llega prometido.
En dorado, en él al fundirse,
la alquimia solar lo trueca.
En la emoción, el puño cerrado sigue
la mano, mojada, vacía queda.
