He llegado a las orillas del Ponto.
Surgen de la mente imágenes,
que condicionan mi mirada.
Navegando y entre lágrimas,
el poeta creó bellos versos
que el Aedo podría haber cantado.
Calmo.
Como en un vaso, el agua llega a la orilla
casi sin romper. Entera. Quieta y callada.
Eolo, no manda al frío Bóreas,
ni al Noto que contrasta con el gélido.
Quieto el Euro en su Oriente,
retiene al suave y blando Céfiro en el ocaso,
propicio para navegar a remo,
con el impulso rítmico de brazos,
acompasados por la lira tracia.
No he sumergido los pies, por miedo a romper
las imágenes falsas trasmitidas.
Miro al horizonte, por si el Argo aparece,
con sus ensambladas maderas parlantes de Dodona,
en su viaje, adonde los carneros
tienen los vellones de oro.
Negro
Ponto Euxino prefiero. !El hospitalario¡
La mente, se queda en el horizonte,
entre un barco mercante y un transbordador.
En la orilla azules sombrillas brindan tibia sombra.
Hamacas, como parrillas, tuestan los cuerpos al sol.
El Argo se demora. No oigo tocar al Aedo.
Seguiré esperando, a lo lejos, el vellón brillar…
Varna Junio 2017
