Hay paisajes que uno contempla
¡Tan extasiado!
que necesitaría que el tiempo, con su ímpetu,
se parara en infinita contemplación.
Y entonces espero a que la oscuridad,
imponga el desvanecimiento del milagro.
Lentamente en las orillas del recuerdo,
voy recogiendo los elementos
que construían el entusiasmo,
en un rincón del tiempo. Así
colocados en cajas: «Paisaje 356»
en los desvanes oscuros del olvido,
a fin de recuperarlos y revivirlos
en la tibia luz del atardecer.
