Que haces ahí, parado e inquieto. Con tu pechera naranja, mirándome. Tardé en fijarme en ti, ensimismado estaba, contemplando en mi interior, como se va acomodando nuevamente lo perdido, esperando no haber perdido demasiado. Mirabas, inquieta la cabeza, como preguntando algo, pero no he sabido interpretar nada. ¿Sientes también la soledad interna de tu cuerpo? No son inquietudes de petirrojo…
Inmenso, lleno, oscuro en la tarde. En calma, como en dominio de la muerte. Naranja luna saliendo en el horizonte, camino de luz hasta la orilla, partiendo en dos el visible infinito. Gotas a la espera de un nuevo ciclo. Algunas aún conservan el aroma de la rosa, lo que era diurno rocío de plata en la mañana, dando brillo, ahora, a los peces sus escamas. Muerte del mar, con agua de rosas y luna.