Atrapada entre los dedos, la brisa
atempera los sonidos que surgen
para el deleite de los sentidos,
en las hogueras de la tarde.
Como neblina ascienden sonidos
engarzando las ramas de los árboles,
la luna en lo alto del monte mira
entonar la música a los pastores,
eternamente,
como antes Pan enseñaba a Dafne
sutiles melodías en la flauta
para deleitar a Cloe.
Donde no clarea en la negrura,
prestan su luz los sonidos.
El mundo reducido a nada,
en el final de la tarde.
Orgulloso el aire entrega sus secretos,
sin olores, en la quietud de los pájaros,
creando las sombras de la noche.

Si alguien quiere recordar qué es la sinestesia solo tiene que leer este bellísimo poema que acaricia todos los sentidos:sonidos sí,pero también olores y una orgía de colores y el tacto de la flauta y del aire que pone luz a la negrura.¡Cuánta sensualidad! ¡cuánta belleza en la tristeza y en la momentánea muerte de la naturaleza! Y el gusto aquí está en la mano del que selecciona,para mí.
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