Que haces ahí, parado e inquieto.
Con tu pechera naranja, mirándome.
Tardé en fijarme en ti,
ensimismado estaba, contemplando
en mi interior, como se va acomodando
nuevamente lo perdido, esperando
no haber perdido demasiado.
Mirabas,
inquieta la cabeza,
como preguntando algo, pero
no he sabido interpretar nada.
¿Sientes también la soledad interna de tu cuerpo?
No son inquietudes de petirrojo…
