Una leve brisa hace temblar,
del mar, la llanura inmensa
deslizándose, casi sin tocar,
la superficie de su abismo.
De una gaviota rasante,
le mueve una pluma gris de un ala
sin modificarle el vuelo
Pero el mar, como Sísifo,
vuelve a su inicio, se abomba
y ondula en una ola que,
apaciblemente llega a la orilla.
Sigue la brisa invisible y sin parar
adentrándose por prados y lomas.
Rodea el tronco de un árbol.
levanta del suelo un papel,
acaricia el rubor de la manzana
y esta se deja mover.
Mira en la noche extasiada
en lo alto los astros brillar,
inmóviles en un punto,
hasta allí quiere llegar.
Lindo, me encanta como lo escribiste, relaja leerlo. Saludos
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