Ortigia

La vista deslumbrada por el azul
de este mar que no muere,
que está latente y en reposo,
se dejó mecer con el leve movimiento,
del agua que golpetea secamente
contra los muros del puerto.
¡Plas! ¡Plas! ¡Plas!

El mismo color de estos muros
se repite por toda la ciudad
resaltando la luminosidad ocre,
El barroquismo que lo invade todo,
con los rayos de un sol de mediodía.

La catedral en su irregular plaza,
deja ver los orígenes iniciales de la obra.
Con bloques, de igual naturaleza,
rellenaron los huecos entre columnas
dóricas del templo de Atenea,
cerrando el recinto de un nuevo templo.
Los suelos enlosados de la plaza,
dejan ver, desgastados, fósiles
más antiguos aún que la diosa
y que los amores acuosos de Aretusa y Alfeo.




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