Los gigantes

Me adentro en un mar encrespado
por el diurno vaivén de las mareas,
el agua me acoge en un blando
y acariciante abrazo.

Densos y oscuros basaltos,
salidos con furia de lo más profundo
del Averno, se enfrentan, como
gigantes a este mar, y yo en medio.

Contemplo el lance, de siglos,
no veo demasiada animadversión
en la lucha, creo que el agua 
le dice al gigante al oído 
"deja que te arranque un poco 
de roca y tu me la tiras al agua
así mantenemos nuestro secreto"

Ahora la marea esta alta y en calma,
Yo sigo flotando boca arriba,
miro al gigante y veo caer 
un gran trozo de basalto sobre el mar.

Equilibrio cósmico, fuerza inmanente,
estabilidad, naturaleza compensada.
La humana condición siempre despistada.

Ciudades sumergidas

Nos fascina la idea de ciudades sumergidas.
Peces y medusas que entran por las puertas,
las medusas cerrándose como un paraguas,
entrar de otra manera es de mal agüero,
no porque esté sumergida en agua, 
procedimiento de adivinación que dice la academia.
La Atlántida, anacrónica narración de Platon,
creó en el imaginario de las gentes, lugares
ahora habitados por nereidas y sirenas irresistibles
y todo con las  verdeazuladas iridiscencias del agua.
Una catedral sumergida, sirvió a Debussy como pretexto,
para su preludio, basando en un antiguo mito,
describiendo nota a nota y gota a gota, cómo
en las mañanas claras emerge la torre de la catedral
del fondo de un mar, siempre extraño y admirado.

Elementos

Diariamente rejuvenecida la Aurora,
se muestra esplendorosa con rosadas sedas,
coloreándolo todo por unos instantes,
a fin de sentirnos renovados y animosos.
En la inconsciencia de renacer cada día,
se olvida, como cuando se enamoró de Titono,
que el tiempo hace mella en los mortales,
abocándolos hacia la inevitable vejez,
preludio de la liberación de los elementos 
de los que estamos hechos y que sí son eternos.

La vida

Parece que el impresionarse por algo
es producto de mejores tiempos pasados.

El estremecimiento al juntar palabras,
por ejemplo,
y descubrir que significan algo.
¿cuándo dejó de ser ese algo accidental,
para volverse, invariable y cotidiano?

Descubrir el vuelo de la mariposa.
¿Cuándo fue?
Siguió el descifrar los enigmáticos,
signos y dibujos que muestran sus alas,
que darían miedo si luciera un elefante.

El invisible viento, golpeando la cara,
o doblando las copas de los árboles,
al que siempre, sin verlo, distinguimos.
Luego vinieron los adjetivos:
Fuerte, racheado, huracanado,
húmedo, vespertino, ligero.
Solo adornaban el concepto.

Fruto es todo del aprendizaje.
Ahora, ya con las tres patas,
como el acertijo de Tiresias.
¿Se agotó el aprender de la vida?
Acariciar la vida es mejor que recordarla.

Con el aire de la tarde

Con el aire de la tarde
se mueven las ramas altas de los árboles.
El río amortigua su impetuosa voz,
quedando solo una queja en el valle.
Los ya cansados rayos, entregan
los últimos dorados al paisaje
Un remolino de arrullos trae el silencio
Se resuelven las sombras y todo se borra,
la inmensidad reducida a nada.
No valen las aceradas luces de las estrellas,
ni la plateada luz de la luna menguada,
es la noche que todo lo borra,
que todo lo iguala.

Fronteras

Bajo el añil una nube pasajera,
Más abajo los volcanes de Olot,
esquistos retorcidos de Creus,
Al otro lado del Ebro,
alimentado por las nieves del Pirineo.
Demanda y Sistema Central,
limitando la castellana llanura,
en donde restos pétreos de 
las Cantábricas cimas, depositó
el tiempo con su cadente paso.
Hasta llegar a las Béticas
también otra llanura cruzo,
con ribetes de apagados volcanes,
Atravesando montes, de enjalbegados lugares,
llegó al mar similar a otros lugares.
¿ en dónde pongo fronteras ?
¿Dónde terminan los mares ?