Ruinas

Piedras oscuras, gastadas ,

Ahora tumbadas sobre el suelo

en un desorden incomprensible,

columnas, sin órdenes,

con sus veinticuatro acanaladuras

alrededor de su cilindro,

separadas en tambores

mostrando su eje,

sustentaban pórticos majestuosos

de entrada al recinto del dios,

tallado en finísimo mármol blanco,

interpretado por el martillo y el cincel,

asumido rápidamente por las mentes

deseosas de cambiar,

dioses lejanos en el espacio,

por otros de figuras más humanas,

yacen también desparramados,

mutilados e irreconocibles,

perdida ya toda devoción,

sustituidos por otras deidades,

a imagen de los mortales

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