Un recuerdo

Un recuerdo,  del pozo de los silencios,

con cimientos en lo más profundo

nos derrama en un instante

chorros de nostalgia y dulzura,

postergando nuestro ahora,

solo revivir y tomar aliento.

Nos recostamos,

nos llenamos de serenidades,

algunas veces de tristeza húmeda,

miramos cómo transcurre el recuerdo,

transformado al revivirlo,

en ese entusiasmo de lo pasado,

que ayuda a tirar del presente,

hacia ese futuro nunca conocido.

Hasta que en un recodo del entusiasmo

nos salimos a la vía del ahora.

La tarde no había acabado

La tarde no había acabado pero,
empezaba su declive hacia
la impermanencia de las cosas, cuando
la luz juega a esconder los límites,
llenando el abismo de formas.

La luna, tranquila con su disco, 
luz de plata de resplandor puro,
de lo oscuro y en penumbra,
atrapa nuevamente ciertas formas 
dando continuidad al abismo.

Como rescate imposible de la muerte,
así la Aurora y el Sol refulgentes,
salvan con hermosa melodía, 
primero las cimas altas, para luego,
desterrar totalmente,
las sombras imperiosas de la noche.

Los espartos

Los espartos se mueven a mi lado,

mecidos por la suave brisa de la tarde

que arrastra una humedad salina

a depositarse en la arena donde estoy sentado.

La vida, como un mar inmenso,

y en el horizonte un buque negro.

Se acercan las olas surcando ese mar gris

cadenciosas trayendo, a lomos, recuerdos.

Muchos se quedan sumergidos en la vida.

Adornados de blanca espuma, otros,

llegan con nostalgia hasta la orilla.

Los finos tallos de esparto, se mecen

y acarician mi brazo extendido,

intentando atrapar algo de espuma.

Ensoñaciones

Es preciso ver
entre las ramas de los árboles
aquel árbol recién nacido
erguirse entre el bosque
buscando su sitio

Mirar entre las nubes
el azul inmenso
ahora constreñido
entre oscuros  algodones.

Ver entre las aguas 
trasparentes y límpidas,
oscilar las algas
al movimiento de la olas,
y al coloreado pececillo 
mecerse entre ellas.

Apreciar
la diversidad de granos de arena
que hay en la playa,
su naturaleza y origen
y reírte,
al pensar en contarlos.

Seguir la enorme ola
que parece llegara a tus pies
con toda la energía con que rompe,
para ya sin fuerza
sólo mojar los dedos.

Buscar 
en la noche estrellada
la osa polar
y luego ir uniendo otras estrellas
formando constelaciones sin nombre
en un juego infinito.

En esta inmensa soledad
del universo,
solo aferrándonos 
a pequeñas cosas
llegaremos a entender
el porqué de este infinito.