Con el aire de la tarde se mueven las ramas altas de los árboles. El río amortigua su impetuosa voz, quedando solo una queja en el valle. Los ya cansados rayos, entregan los últimos dorados al paisaje Un remolino de arrullos trae el silencio Se resuelven las sombras y todo se borra, la inmensidad reducida a nada. No valen las aceradas luces de las estrellas, ni la plateada luz de la luna menguada, es la noche que todo lo borra, que todo lo iguala.

me encanta y sobre todo conociendo el paisaje.
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