Se queda solo el paisaje,
abandonado.
Ve alejarse a los que pueden cambiar de rama florida,
de tierra laterítica,
de cielo azul,
de verde raquítico,
de agua escasa y concentrada,
de…
No tiene mejilla para dejar resbalar una lágrima
que intente retener, con la lástima, el abandono.
Espera un giro de cabeza,
una última mirada,
para conseguir colarse en la retina del que se va.
¡Como subirse en marcha a ese viaje que no comprende!
Pero no es posible, en el vagón van
otras ramas,
otras tierras,
otros colores
y el agua inmensa y amenazante…