Otoño mueve el viento.
Del viejo castaño se desprenden las hojas.
Una primera, tímida
luego se animan otras tres,
a volar juntas
para lenta y suavemente
acomodarse en torno del anciano.
Seco está el arroyo cercano.
Otras hojas
con afán navegador
se tienden frustradas
sobre los sedientos y redondeados cantos.
Una tela de araña,
anclada de un arbusto
al tronco algo carcomido del castaño,
filtra el viento.
De la misma consistencia que la tela
se ha quedado prendido un vilano,
Un encendido y tímido
sol de ocaso
cede oro
para la puesta en escena.
La hoja caída
se encrespa al dorarse.
La tela de araña
se ilumina como entramado de feria.
La araña, en un lateral satisfecha,
contempla
el maravilloso adorno del vilano,
que iluminado por el dorado sol,
en todas sus copelas
se deja mecer
en una agradable quietud.
Y el espectáculo sigue
aunque yo ya no este.
Maravilloso!!
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Gracias por compartir tal caudal de experiencias y visiones. Te enviamos un caudal de afecto.
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