Origen en una amorosa persecución,
del dios Apolíneo a la ninfa Dafne, exhausta,
pide protección a su madre tierra.
En ella se agarran, sus veloces pies,
transformados en perezosas raíces,
sustentando al laureado árbol.
Atendiendo al mito de este imposible amor
entre Apolo y Dafne, de los aromas del árbol
que exhalan sus perennes hojas, cuelgan
la ausencia y la nostalgia de la amada.
Los vencedores, los músicos, los poetas,
ciñen su frente con coronas de estas hojas,
para hacerse inmunes a los rayos divinos.
