Todo es materia de recuerdo,
en donde la nostalgia se deleita,
extrayendo aromas dulces de la rosa,
aunque esta esté ya cortada,
o la suave y salada brisa del mar,
sin barcos en el horizonte.
Luego la imparable mente, sube,
baja, entra, sale frenética por
parajes muchas veces reconocibles,
en un viaje vertiginoso sin equipaje.
La luna sale brillante sobre la loma,
y es luna soñada, ¡tantas veces vista!
Colgada de adornos, ecos remotos,
surgidos dulcemente en la distancia,
ahora los lava, la corriente del río
y la lleva, dando tumbos, hasta el mar,
donde habita el olvido.