En el fulgor de la caída del sol,
recorro Abdera, en un giro por necesidad,
que diría uno de sus ilustres hijos,
por los vacíos separados de la escasa
materia, residuos de lo que en otro tiempo
fue espléndida ciudad de pensadores.
Como átomo moviéndome en línea recta,
"el ser es lleno y sólido,
él no ser vacío y sutil"
El sol alarga, la sombra por la calle empedrada,
de un extremo a otro, mensurándola,
invadiendo de oscuridad retazos pétreos,
intensos instantes de penumbra,
elevándose sobre una erguida columna,
moviéndose cadenciosa al ritmo de mis pasos.
Ser y no ser girando en Abdera.