La luz del volcán,
no su calor,
me permitió lanzar la mirada
al infinito azul,
que, bañando el acantilado,
se prolongaba, tranquilo,
retando a un navegar
en busca de lo ignoto,
de lo prohibido,
saltando los límites
que el conocimiento
impone del orbe,
sin miedo a Cíclopes,
creadores de islotes,
ni estrecheces rocosas
que impidan el paso.
Todo libre, aparentemente,
surquemos las aguas liberadoras
para ver, en el más allá,
quién lo habita y cómo es.
Una mirada amiga siempre habrá
que te reciba y espere,
que relates,
cómo es este lado.

Y también un poema a la amistad es ese mediterráneo
Me gustaMe gusta