Empujada por un suave viento
penetra por el valle,
imparable, espesa, opaca
creando un mundo misterioso
al disolverse en el bosque.
Llegan ecos ancestrales
al silencio inquietante
del roce de la niebla con las hojas.
Un olor a humedad
despierta los sentidos de los líquenes
que se preparan al festín.
Los árboles
acostumbrados a la finísima seda
se dejan envolver.
Los pájaros
miméticos y quietos
se acurrucan y esperan
los luminosos haces de sol
atravesando la fronda.