Empujada por un suave viento penetra por el valle, imparable, espesa, opaca creando un mundo misterioso al disolverse en el bosque. Llegan ecos ancestrales al silencio inquietante del roce de la niebla con las hojas. Un olor a humedad despierta los sentidos de los líquenes que se preparan al festín. Los árboles acostumbrados a la finísima seda se dejan envolver. Los pájaros miméticos y quietos se acurrucan y esperan los luminosos haces de sol atravesando la fronda.
