Aguas del mar océano,
transparente gruta de la vida,
refrescante caricia de la tierra
por húmedos brazos ceñida,
vestida de plata y gasa
cuando la fugitiva luna ilumina.
En su cielo interior constelaciones
de peces brillan como estrellas.
Firmamento inquieto en su trayecto,
mareas ansiosas de llevar a lo profundo,
diminutas partículas de la tierra,
arañando hasta deshacer la firmeza,
dejando la roca desolada
volviendo al origen de su existencia.
Por los ríos te comunicas con la nieve,
en el vapor gélido de los glaciares,
aguas presurosas por llegar al vientre,
a mezclar el infinito material transparente,
reservado a generar nueva vida,
en un ciclo que no muere.
