Partenón


Los silentes calcáreos peldaños,
la tenue luz inicial (apenas nacida),  
la fresca y suave brisa matinal,
acompañan mi subida iniciática
por los graderíos propíleos,
hacia la morada de la diosa en la tierra.

Busco huellas de otros pasos
guiadas por incomprensibles
compromisos divinos, 
que a lo largo de siglos, 
aumentaron las humanas penas.

Pétrea naturaleza,
nacida lentamente en pretéritos mares,
arrancada del erguido Pentélico,
transformada por el terrenal Pericles.
en un mar de espuma marmórea,
modelada en la más sublime belleza,
que ojos puedan contemplar.

Mar sin brisas,
sin olas, sin azul…
detienes mi subida en el último peldaño,
para aspirar el aroma,
evocación del mar original.

El destino está más arriba
en el bosque lítico que albergó 
a la guerrera letrada.
El añil celeste, da paso lentamente,
a la cúspide del frontón desvalijado,
que la belicosa diosa no defendió,
Y la vista desciende,
desde la cúpula de los árboles dóricos,
hasta su base,
arrastrando los párpados,
para atrapar 
¡tanta hermosura acumulada!.
 

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