Umbral

Paso bajo tu triunfo
reconfortado 
sintiéndome ungido 
innecesaria ya la mirada que controla
lo que  impide caminar, 
La arquitectura es el útero conocido.

Ya dentro
toda mi arquitectura descansa.
Es la otra la que sustenta toda la estructura
Y así, se relajan todos los contrafuertes, 
columnas, pechinas, arquivoltas y bóveda, 
dejando expandirse los elementos, 
sin forma, 
que  su oquedad cobija.

Dejo de ser ella 
para sentirme dentro de ella.
Como un elemento más de su composición.
En una relación intima, sin la que ella,
no tendría razón de ser
y me entrego a su amoroso abrazo.

Mar de fondo

He llegado hasta ti en esta tarde
fría y oscura y sobre la limpia arena
he visto desbocarse tu hermosura,
en una fuerza, de fondo, dicen
que yo veo en superficie.
Dejo mi vista moverse al vaivén 
de lo cercano, mientras impertérrito y estático,
el horizonte, delimita lo oscuro.
En la desgastada geología que
emerge como restos de un naufragio,
el inmenso se estrella rompiéndose
en loca espuma alborotada.

Ayer cresta de espuma llegaba,
hoy con ímpetu impulsada,
ensayando olas y espumas.
Mañana, cuando no te vea,
suave y constante llegaras a la orilla
con las gotas agotadas

Hermes

Una tenue luz crepuscular
iluminaba,
formas humanas  de misteriosa perfección,
terrenalmente creadas,
para representar 
al heraldo de los dioses,
acompañante de las penantes almas
al profundo Averno,
compañero de las diosas,
disputadoras de belleza 
provocadoras de la guerra,
narrada con los más bellos versos.  

¡Nunca te hubieras creído!
roca originaria, 
que de tu seno, en la jonia Paros,
saliese forma embrionaria,
que luego,
manos hábiles,
trocaran en  
impresentables dioses.

Manos praxitélicas,
bajasteis a la tierra a los dioses
y  subisteis a las alturas
para comprobar:
el vacio eterno,
la nada inexistente, 
la gran mentira…
el Olimpo estaba aquí abajo

Oscuridad azul

Oscuridad azul caída de la noche,

con la mitad de la luna mido mis pasos,

por arenas, plateadas, perdido su color.

Más abajo la orilla del mar y su marea,

que han escrito el paisaje.

Pasos que se hunden en la arena,

dejando escrito un lenguaje,

¡a saber que dice! y que el agua,

inconsciente o a lo mejor no tanto,

borra sin remedio desdibujando.

Un guijarro gris, es lavado,

insistentemente sin decir nada,

le agrada la caricia de la arena 

en el vaivén del oleaje.

Tectónica de placas

La mirada fija en el horizonte,
mar y cielo unidos en la lejanía.
Acecho el ir y venir de las olas,
el imperceptible mudar de las mareas
en el rito de desentrañar el tiempo.
A aquel guijarro ya le llegan las diminutas olas.
¡Tan constantes!
¡Tan previsibles!
¡Tan olorosas!
¡Tan sonoras!

El mar es un misterio azulado.
Mi medida del tiempo dice 
que siempre han estado ahí.
Sé que me engaño, 
pero es más poético 
que la tectónica de placas.