La mirada fija en el horizonte,
mar y cielo unidos en la lejanía.
Acecho el ir y venir de las olas,
el imperceptible mudar de las mareas
en el rito de desentrañar el tiempo.
A aquel guijarro ya le llegan las diminutas olas.
¡Tan constantes!
¡Tan previsibles!
¡Tan olorosas!
¡Tan sonoras!
El mar es un misterio azulado.
Mi medida del tiempo dice
que siempre han estado ahí.
Sé que me engaño,
pero es más poético
que la tectónica de placas.