Una armonía recobrada al paso de la tormenta se fue instalando poco a poco. Las hojas de los árboles fueron recobrando su posición, más erguida, al dejar de escurrir las últimas gotas. El arroyo, casi en silencio antes, ahora suena en su hablar con la diminuta arena que lava y transporta, hacia un mundo de raudales abiertos. Una luz gris opaca, de un sol aún escondido, va iluminando escaso los rincones. En las tejas aún cuelgan algunas gotas, aumentando su grosor hasta caer estrelladas en el húmedo suelo. Un caracol aprovecha esa humedad para favorecer su desplazamiento. En el cristal tan solo dos gotas, eligen camino para llegar al final.
Qué bonito y que bonita ilustración. Buena semana.
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Igual gracias.
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