Del río pasa el agua ensimismada, sabedora del destino que la lleva. Transcurre lenta e idéntica a sí misma que el álamo no para de mirarla. El aire capta el frescor del cristal levantándolo hacia las ramas del árbol, y se diluye invisible en él, sin que las hojas lo noten. Un mirlo observa atento la escena, y el agua impasible baja. La luz de la tarde muestra sus oros y entre las ramas un rayo incidente, como una espada en diagonal, hiere la superficie del agua. En ese momento de la tarde el mirlo, desde la rama empieza a cantar. Yo creo que está diciendo a todos lo que ocurre cuando el agua del río pasa.
Estupendo poema. Me encanta la ilustración. 👏👏👏✨✨✨
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