Pasos meticulosos por el empedrado de un camino que sube por la ladera. El agua caída de recientes lluvias, da un brillo metálico a las piedras, y entre ellas discurre el agua con ansias, al menos de río, donde sobrepasar la categoría de arroyada.
Un secreto esplendor de ceniza, envuelve el bosque con neblina. Comparto el silencio con los desnudos árboles, como columnas de un templo en ruinas que pugnan por subir a lo más alto, sus aún esplendorosos capiteles, sumergidos ahora entre la blanca niebla.
Un bosquecillo de castaños llenos de lágrimas que pendían de sus ramas en ausencia de hojas define, por un momento, de qué está compuesto el bosque. Los árboles piden sol para que salgan sus hojas, el agua busca cauces y orillas donde apoyarse, los pájaros piden al silencio que se calle, las hiedras suben raudas a adornar las copas, de un árbol, cubierto de musgo su talle.
El viento abraza a los desnudos árboles. Entre las sonámbulas nubes vacías, se cuela un azul, que ahuyenta las últimas lluvias. Allí todo lo durmiente bosteza y danza sobre las últimas grises cenizas. El agua se contorsiona entre las piedras y los árboles se estiran un poco más queriendo salirse al infinito...
Qué bonito has descrito el bosque después de la lluvia . ✨✨✨
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Maravilloso poema,para los que conocemos el campo.
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