Una mirada hace posible que el vacío se exprese
y en una hermosa primavera
refrescada por el abanico de las luces
los ojos, van y vienen en cada parpadeo
viajando sobre el mar encrespado de la nada
enfrentándose al viento infinito,
dando forma y color, creándolo todo.
Solo con un ligero parpadeo,
aparece la rosa y su fragancia,
desprendida e inundando el espacio,
la rama del haya y sus refrescantes hojas,
el diminuto mundo de la gota de rocío.
Ojos de silencio y dulce tumulto interno.