De vehemente cólera arrastrado
el veloz Noto va reuniendo
nubes blancas, como ovejas,
contra el aprisco de los montes
Entre los huecos aparece
el tibio sol de la tarde, iluminando
las piedras gastadas del camino,
que amortigua la fina música de los pasos,
ascendiendo hacia el cordal.
Quedan atrás los últimos árboles
del bosque en su penumbra,
remarcada en sus ramas la estación,
atrapando, del sol, los últimos rayos
buscando un definitivo resplandor,
a fuerza de costumbre y armonía,
que ponga límite a las sombras.
Sigo oyendo el ruido de mis pasos,
por camino de sobra conocido,
busco piedras ya antes pisadas
y detecto en ellas la comodidad del paso.
Miro con gratitud hacia atrás
y allí veo el brillo de su superficie,
a la espera de otros pasos...
Un grajo me hace sentir el viento,
viento que dibuja los versos,
de un decorado que es real,
no engaño que alienta en cada vida,
desvaneciéndose en su final.
La luz se marcha y lleva los colores
confundiéndose en un abismo,
con anhelos de Alba.
Que bonito 👏👏
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