Cae la lluvia breve y atardece.
Acrecienta el verde de las hojas.
Las maderas de la puerta se hinchan
y cobra vida, quejándose al abrirla.
La tela de araña se llena de perlas.
Por un hilo desciende una hasta caerse,
las otras tiemblan inseguras, y la araña calla.
El caracol diluye su baba y se desliza
hacia quien sabe que cercano destino.
Los alfileres de la lluvia agujerean el aire,
mientras las sombras van tejiendo
el manto de la noche, que cubre,
pero no impide a la lluvia llegar, fina y constante,
hasta los últimos rincones de la tarde.