Las nubes ennegrecen el día.
Los gorriones se balancean
en las finas ramas del arbusto.
La rosa que se ha atrevido a salir,
indecisa, busca el rumor del sol
que hace días, engañó al invierno.
A lo lejos, el murmullo del agua en el arroyo,
llega con toda la melancolía gris,
al ventanal de la tarde de enero.
Schubert, en impromptu, suena dentro al piano.
La lámpara encendida,
rompe los grises del crepúsculo,
contraponiendo y dorando el interior.
Fuera, la rosa, envidiosa de la luz, espera,
una noche de estío con estrellas.