Ciprés

En un paisaje horizontal

gastado y sediento

pintado a fuego por un sol

que funde la tierra con el cielo,

al fondo de un camino que serpea

orillado por achicorias y amapolas,

se eleva altivo y cimbreante,

rompiendo la monotonía con

su verde flecha clavada en el índigo.

Vigila silencioso en una esquina del muro

reluciente y blanco de la tapia encalada

que separa el mundo de las malvas.

Naciste para otear el horizonte,

después de que aparecieran las tapias

construidas por temblorosas manos,

con el destino de indicar, como Caronte,

el ultimo camino que conduce a la nada.

Una brisa vespertina dobla tu copa afilada,

en el atardecer de ausencias y silencio,

moviendo levemente las malvas

dejando a los muertos solos

en el llano nocturno y seco

del apagamiento de la muerte.

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