Sentimiento acre de la vida que
al final plenamente cansa,
colma y destruye.
De la vejez y la muerte, decía Anacreonte,
la primera da queja,
de la que no se vuelve, miedo.
Los dedos de las manos, en la vejez,
se ahuesan, como en las de Cloto,
enrollando el final del hilo.
En su día también lucían hermosas,
con frescura de la edad perdida.
Enrollando la inagotable originaria hebra,
en vital hilo trasformada, llegará
también Átropos a cortarlo,
dando fin a las que el fin daban.
