No debe perderse la costumbre de escuchar los sonidos enigmáticos del mar. El rugido furioso cuando encrespado amaga con tragarse la orilla, con olas que estallando en mil pedazos llegan remansadas a la arena. La constante abrasión de los cantos rodados en su ir y venir en la oscilación de la marea. Sonidos de su enérgica respiración que calma nuestros sentidos descansando la vista en el horizonte ¡tan lejano! Pasa volando una gaviota y añade con su graznido, los agudos que le faltaban al paisaje
