El álamo temblón en la ribera, cuando el otoño explota en un suave colorido, se adentra en un mundo envolvente de magia y sensaciones. Tiemblan sus hojas, ahora más lentamente, entrando en un sosiego, a la espera, del cotidiano y diurno momento de éxtasis. El que todo lo ilumina, también lentamente, arrastra los últimos retazos del día y con ello, la apresurada noche, va invadiendo cada resquicio, aprovechando las oscuras sombras preludió de la opaca noche. Pero antes, como despidiéndose, lanza los últimos rayos cargados de una dorada y brillante luz, que las hojas del álamo recogen, una a una, transformándolas, con el leve temblor, en una lluvia dorada, envidia de Zeus. Cada hoja recordara al luminoso durante el letargo nocturno. De esta manera contempla el atardecer, el álamo temblón en la ribera.
Qué bonito y qué bonita imagen.
Me gustaMe gusta