Miro desde el cristal la tierra física, hasta donde la vista me deja llegar y por el medio, como en la vida, quedan universos sin mirar. Encaprichado en el árbol verdecido, en la alejada ladera, ¡precisamente la vista eligió ese! Y vuelan por encima de otros, enmarañadas en un todo verde las líneas rectas invisibles de la vista. Puntos negros cruzan, sin definir, inflamados de viento, el azul. Todos los sentidos inmersos en distinguir algo de lo incierto, van recobrando ahora su cordura alegrándose por el vuelo de unos pájaros. Entre la fronda vegetación otros, entonan sus mejores trinos, distinguidos entre las más nítidas hojas de los abundantes árboles. El aire huele a primavera.
Precioso poema. Feliz finde.
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Gracias. Igual para ti
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