Ayer, al atardecer,
me acerqué a un remanso del río
a esperar que el cielo
tiñera las nubes de amarillo,
a sumergirme en el aroma del silencio
del agua descansando en el remanso,
contemplar cómo el agua ansía la nube blanca
que, ingrávida, se desliza en el espacio,
queriendo saltarse el ciclo.
Permanecer inmóvil quiero.
Quedar flotando en el tiempo.
Solo el movimiento de los pájaros
en su vespertina algarabía
y el oro encendiendo el verde
de la ribera florida.
La noche pronto llegará.