Busco, entre la hierba, palabras perdidas. ¡Tantas cosas dichas! a lo largo de los años, Muchas, repetidas continuamente, pero ¡ay! otras buscó con ansiedad. No recuerdo cuando y como se dijeron, pero quiero volver a revivirlas, Incorporarlas nuevamente a este equilibrio en que se mueve la vida. Estamos hechos de sueños, pensamientos, amores... que pierden sentido sin ellas. Por eso busco entre la hierba, -antes que las hojas del Otoño lo cubran todo, y acaben, quizás, pudriéndolas, para incorporarlas a los versos.
Ochentayseismilcuatrocientos, veintiocho letras para nombrar tan sólo cinco números. Representan mucho cada día. Despertamos a lo inesperado, con afán de dejarnos sorprender por lo conocido, hurgamos en el vacío que llenándose de lo cotidiano, va descubriendo nuevas posibilidades.
Cuarentaytresmildoscientos, Numerosas letras aún, pero el indicador numérico señala, inexorable, la reducción de cantidad. Que importa ese dato, aquí el día esta en su mejor momento, no estoy para números.
Veintiunmilseiscientos, Es algo tarde ya, empiezo a estar cansado, debería tomar un respiro. Y ese número ahí, raudo hacia el final y al principio al mismo tiempo. Me sumerjo en los aromas de la tarde pensando en el número inicial, ese será otro día, de este, aún me quedan, segundos que degustar...