Noches

Noche, íntimamente con lo oscuro
y en lo oscuro generando sombras
que ennegrecen más la noche, solo
blancura de cristales si la luna sale.

Noche de los enamorados solitarios
insomnes a la espera de alargar el tiempo,
aguardando, quién sabe, qué cupidos,
hagan deslumbrante la noche.

Noche caliente de los enfermos
estremecidos en los abismos de la fiebre,
doblando las paredes y abriendo bocas en ellas
por donde se escapan hálitos débiles.

Noche en completa oscuridad,
aunque haya una lucecita encendida,
poblada de monstruos y fantasmas que
prestos están a saltar dentro de la cuna.

Eos cotidianamente viene a borrar
oscuros abismos y ridículos fantasmas,
con las túnicas y cadenas rotas,
empequeñecidos por la explosión de luz.

Miro desde el cristal

Miro desde el cristal la tierra física,
hasta donde la vista me deja llegar
y por el medio, como en la vida,
quedan universos sin mirar.
Encaprichado en el árbol verdecido,
en la alejada ladera,
¡precisamente la vista eligió ese!
Y vuelan por encima de otros,
enmarañadas en un todo verde
las líneas rectas invisibles de la vista.
Puntos negros cruzan, sin definir,
inflamados de viento, el azul.
Todos los sentidos inmersos
en distinguir algo de lo incierto,
van recobrando ahora su cordura
alegrándose por el vuelo de unos pájaros.
Entre la fronda vegetación otros,
entonan sus mejores trinos,
distinguidos entre las más nítidas hojas
de los abundantes árboles.
El aire huele a primavera.

Los olvidos

El tiempo va acumulando recuerdos
en el infinito desván de los olvidos,
algunos aún con latidos recientes
muestran brillos del vivir pasado.
Como una rosa languideciente,
pétalo a pétalo,
desmayados van cayendo
y el hoy ya es ayer acumulado.
Miles de hilos del desván salen
y como a Teseo le sirvió Ariadna,
prestos están para tirar de ellos
y recobrar los olvidos no olvidados.