Roca

En su quietud, la roca me mira,
erguida, altanera,
con pretensiones de diosa
en marmóreo templo,
y yo
contemplo su naturaleza.

Recibe con agrado la lluvia
que lava sus impurezas,
el sol la seca,
y resplandece nuevamente
su glauca superficie.
A su lado,
un haya joven,
le proporciona algo de sombra,
y ella la deja alimentarse
de su frescura

Me detengo a su lado.
apoyo la espalda en el pétreo sillón,
Respiro Hondo.
Veo que el haya me mira,
¡no he elegido su tronco para apoyarme!

Como en un susurro al oído
la roca me pregunta:
¿Cuanto tiempo estaré,
así,
inmóvil?
No recuerdo la última vez
que notó un cambio...

Sonrío al pensar
que me hable una roca.
La pregunta se repite, pero,
no sé como responder
desde una vida efímera
a tanta longevidad...

Roca madre

De la cantera de Paros
arrancado de su origen
un blanquísimo bloque marmóreo
aguarda, sobre rodillos,
a ser transportado.
La madre roca,
desde su herida,
lo contempla con tristeza.
Tu destino no será
esquina de templo.
Confía en tu belleza interior
y no olvides tu procedencia.
Otros hermanos saldrán tras de ti.
En un lugar os esperan,
hombres hábiles,
que con sus cinceles,
y a golpes, os quitaran
estas rústicas vestiduras
mostrando el moldeado cuerpo
de una Venus
o el musculoso torso
de un Hermes.
Seréis admirados por todos.
y recordad,
que antes,
grandes fuerzas sin cinceles,
os formaron también
para ser admiradas
en destinos menos importantes.
Yo seguiré aquí,
testigo de vuestra procedencia,