El pájaro invisible

He salido a ver el atardecer.
Nada especial, tan solo que
va menguando muy lentamente la luz.
Sin colores ni aromas especiales.
¡cómo tantos atardeceres!

Un canto de pájaro en la escasa luz,
rompe el silencio y no lo veo.
Busco en la fronda desnuda de un árbol,
de allí me llegan los briosos trinos,
que se expanden en el oscuro verde del prado.
En mi insistencia por verlo cantar,
pierdo parte del momento mágico que él fabrica.
Enigmático y misterioso.
Abierto al paisaje y deseoso de él.
Desde su inexistencia escucho su delicioso canto.

Cicatriz en la roca

En esta avanzada hora de la tarde,
las montañas se vuelven doradas
y allí, en la cicatriz de la roca fresca
a causa de un desprendimiento,
el dorado se muestra rojo naranja,
como si la roca sangrara de una herida.
Ladera abajo el valle, centellea de verdes
como serpentina pulverizada.
Todo el conjunto resplandece
como si estuviera encendido
y la llama fuese extinguiéndose,
lentamente,
acrecentándose la oscuridad,
y surgiendo de ella las sombras.
Dejando en silencio las cosas.

Lo pasado

La vida es lo que llega a cada instante,
pero también hay vida en lo pasado.
Lugares, sonidos, colores, que
el tiempo va enterrando, pero vuelven
cuando se produce el milagro del recuerdo.
Surgen de repente.
Abrir una ventana y ver otro paisaje:
el mar en la montaña y una suave brisa marina
donde antes llovía a raudales.
Algunos modificados por el tiempo,
pero gratos al revivirlos y comprobar
que no son olvidables,
aunque te embriagues con nepente.
El olvido vendrá cuando sacie la sed
en las aguas del Leteo.

El día luminoso

El día luminoso ha concluido.
La oscuridad aguarda con su negrura.
El destello de la conversación
se desvanece ante el oscuro y fatalista
lustre del pensamiento, que ahora
vaga en su último hálito,
por bosques envueltos en blanca niebla
hacia el estancado y fangoso Aqueronte.
Siempre prematuro parece el viaje.
Teme no encontrar la barca en la orilla.

Adelantándose a los acontecimientos,
dentro del bosque y en un árbol apoyado,
Caronte espera.

Mimosa

Arriba en un cielo azul
pegado a la altura de los árboles,
un sol frenético por brillar,
despierta al bosque con ayuda
del parloteo insistente de los pájaros.
Despierta a la vida el silencio
del olvido natural del mundo
que la noche derrama.
Los rayos van invadiendo cada resquicio
y espero con impaciencia su llegada
a la florida mimosa y ver cómo enciende
e ilumina, como gotas de rayos,
cada flor del amarillo árbol.