Simulacro

Puesta al sereno un agua clara
al rato vienen a reflejarse en ella,
estrellas, luna y hasta
las escasas nubes de
noche estrellada.
Pero aunque seamos capaces
de encerrar el cielo en un caldero
siempre será un simulacro.
No otra cosa es
cuando mirándonos al espejo
creemos estar viendo
nuestra imagen, ilusión óptica
producto del azogue, que,
en su disimulada imitación,
pretende engañarnos
sacándonos de la realidad.

Sahara

La fina y amarillenta arena
no finaliza al encontrarse con el agua,
continúa interminable el brillante color
abarcándolo todo y el inexistente mar,
que parece haberse fundido con el cielo,
amenaza, empujado por el sol,
desplomarse sobre la superficie ondulante.
Aplastante desmesura de infinitos,
que invita a frenar los pensamientos,
a dejar volar los sentidos
aspirando el silencio, sólo roto,
por la emocionada respiración.
El paisaje atrapa en su esplendor,
la dureza y altanería de lo extremo.
Un inmenso río, da una gran vuelta,
en esta inmensidad triturada
refrescando a su paso la vida,
el aire y el infinito.

Cuando el jilguero

Cuando el jilguero
asoma su cabeza
desde el canalón donde vive
siento su compañía.

¿Qué piensa la masa verde?,
¿Qué piensa cada árbol?.
Me miran con sus formas inmóviles.
Tienen vida,
pero su pensamiento, está en mi.

Echo en falta diariamente
las garzas en la orilla del río.
Su quietud me inquietaba,
Su vuelo me fascinaba.
Desconozco cuando volverán.
Yo las espero.

Un tronco de árbol
varado en el río.
Un pato limpia su plumaje sobre él.
¿Se quedará el tronco?