Vuelo

En el aire de la tarde, 
adentrándome en caminos inexistentes,
flotando en el misterio de la nada
como un Icaro sin alas.

Abajo
lo conocido,
se hace minúsculo,
dominable,
poca cosa.
Arriba
todo sigue igual:
lejano,
inmenso,
sin trabas,
abierto a todas las posibilidades.

Por ahí está la salida.

No es cierto
que no podamos volar alto,
"si vuelas alto se derretirá la cera de las alas".
No las necesitamos,
podemos volar sin ellas,
podemos volar sin dioses,
podemos volar juntos.
Hay estrellas para todos.

Vientos

El fuerte y húmedo soplo del Céfiro 
me arrastra, cabalgando,
en las olas del estruendoso mar
suavizada por blanda espuma.
Hacia qué lugar me llevara esta barca,
de toscas tablas y alocada vela,
que muchas veces no se ni manejar.
Qué puerto veré en lontananza,
que me permita arribar, y descansar
estos huesos ateridos y cansados de navegar.
Vagando por la tierra inmensa,
seguro estoy que me esperan
aun grandes aventuras, nuevas
navegaciones sin barca,
por boscosos valles y altas cumbres,
sin miedo bajo una ola a zozobrar,
donde los caminos son más definidos
y sopla el cálido y acariciante Noto.

Tu

Al igual que mirando ensimismado,
como el sol va mostrando cada parte
de los objetos iluminados,
adentrándose
hasta los mas recónditos rincones,
de igual manera contemplo:
tu deslumbrante armonía,
tu sonrisa siempre en los labios,
tu desbordante cariño presto a envolverme,
tu llegar cuando aún no hemos llegado.
tu...

Recuerdo el sol cegador
bañando tu cuerpo en idílicas playas,
donde, amor, ese chiquillo alado y alocado,
se entretenía lanzando flechas con su arco,
mientras nosotros aprovechábamos,
los divinos rayos, las cálidas aguas
y la blanda y fina arena, que,
en nuestros juegos, nos vestía
con un manto rugoso, perfumado
con el oloroso manantial de los placeres.
Recuerdos que no están
en el lugar donde habita el olvido,
están cada día presentes,
aumentando nuevas ilusiones
y aunque el sol deje de brillar,
y el inmenso mar se seque
el alado arquero vendrá a visitarnos

La aurora resplandeciente

                                               A Ángeles

La aurora resplandeciente
cubría con sus rosas gasas,
por unos instantes, la superficie del mar
mecida por una brisa inapreciable
que no perturba,
tan solo
pequeñas ondulaciones
rosadas ahora en sus crestas.
Con un ritmo órfico
como de remeros del Argos,
el mar,
repite incansable sus ansias
de invadir tierra firme.
Me despierto de un sueño dulce
bajo un frondoso plátano,
cuando Eos,
recogiendo su rosado tul
alcanza la altura del cielo
descendiendo el Céfiro
hasta el horizonte en el mar.

Teatro

Con gesto reincidente y diario,
te levantas a interpretar,
el mismo personaje de este teatro
sin bambalinas donde refugiarse,
sin texto definido, sólo algunas orientaciones.
Recorres con la vista el escenario
y este, sin más, te engulle. No hay opción.
Todo en su sitio para que empiece la función.
Luces y arriba el telón, eres quien sale a escena.
Piensas en crear un nuevo personaje,
darle un giro a tanta interpretación manida,
pero la costumbre impera y empieza la representación,
exactamente igual que siempre, lo conocido,
sintiendo lo que va a suceder,
Tiempo no lo borra todo en su huida,
no se sabe dónde,
lo guarda en la memoria.
Ya metido en el personaje y la función empezada
no es momento de cambios,
mañana habrá otra puesta en escena, y tal vez...

Tanto

Tanto amor olvidado
Tantos desamores no atendidos
Tanto silencio escuchado
Tantos gritos no oídos.
Tanta ansia no saciada
Tantas conquistas no disfrutadas.
Tanto olvido recordado
Tantas realidades si olvidadas.
Tanto odio acumulado
Tantas caricias desaprovechadas.
Tanto dicho sin palabras
Tantas palabras mal dichas
Tanto pensamiento no expresado
Tantas ideas invadiendo todo
Tanto poder en unos pocos
Tantos, no pocos, bajo un poder
Tanto y tantos y por lo tanto
Tantos asuntos por resolver.

¿Qué edad tendrá la luna?

En los días de luna,
la ventana abierta,
la luz se cuela y
llena las paredes de sombras
como si fuese pleno día,
dando un blanquecino color
a los objetos iluminados.
La canosa luna
presume de sus blancos cabellos.
¿Qué edad tendrá la luna?
No me refiero a la edad geológica.
Pienso en el momento en que,
alguien, mirándola fijamente
quedó hechizado de su fulgor y
elaboró bellos pensamientos.
¿Ya estaba canosa en ese momento?
Sigue la luna derramando
blancos cabellos sobre la habitación,
destacando también
el paso del tiempo en el sillón
arrugado y desvaído de color,
y una franja ilumina mi cabeza,
mostrando los cabellos canos.

¿Qué edad tendrá la luna?

Escucho el silencio

Escucho el silencio cargado de sonidos
introduciéndose en mis oídos, como un susurro,
derramándose por todo mi cuerpo
como la espuma del mar cuando el barco
corta la superficie ondulada.
Siento esa espuma instalarse en mi cabeza
buscando imágenes que correspondan
con los sonidos del silencio y ajustarlos.
Difícil tarea, pues hay imágenes
que no encajan con silencios sonoros,
pero sí con silencio.
Así nos dimos el primer beso,
Así descubrimos el arte de Venus y
así, en silencio, dimos gracias a
aquellos primitivos organismos unicelulares
que perseveraron para que ahora estemos
aquí, contemplando al imponente y luminoso,
dador de vida, traspasar la línea de la montaña,
dejándonos todo iluminado de una luz silenciosa.
El sigue en su tarea de revolver en los recuerdos
en busca de imágenes anodinas,
nosotros seguiremos contemplando el silencio.


El mar de aluminio

A Encarnación Domingo

El mar en mayo ofrece
un frescor de aluminio brillante
sobre un fondo oscuro
manchando también la arena
que la bajamar descubre.
La marea deja en la arena formas
a modo de diminutas dunas que
semejan las arrugas de la frente de Neptuno.
No hay oleaje que interrumpa la quietud
y los brillos metálicos se expanden
evocando placidez.
Tensado, el horizonte, brilla
parcelando la imagen,
de sombras y abismos que se mecen,
en una ebriedad de vacío perforado.

Cuadro de Encarnación Domingo en el Ayto. de Castrillón (Asturias)

Roca

En su quietud, la roca me mira,
erguida, altanera,
con pretensiones de diosa
en marmóreo templo,
y yo
contemplo su naturaleza.

Recibe con agrado la lluvia
que lava sus impurezas,
el sol la seca,
y resplandece nuevamente
su glauca superficie.
A su lado,
un haya joven,
le proporciona algo de sombra,
y ella la deja alimentarse
de su frescura

Me detengo a su lado.
apoyo la espalda en el pétreo sillón,
Respiro Hondo.
Veo que el haya me mira,
¡no he elegido su tronco para apoyarme!

Como en un susurro al oído
la roca me pregunta:
¿Cuanto tiempo estaré,
así,
inmóvil?
No recuerdo la última vez
que notó un cambio...

Sonrío al pensar
que me hable una roca.
La pregunta se repite, pero,
no sé como responder
desde una vida efímera
a tanta longevidad...