En el aire de la tarde, adentrándome en caminos inexistentes, flotando en el misterio de la nada como un Icaro sin alas.
Abajo lo conocido, se hace minúsculo, dominable, poca cosa. Arriba todo sigue igual: lejano, inmenso, sin trabas, abierto a todas las posibilidades.
Por ahí está la salida.
No es cierto que no podamos volar alto, "si vuelas alto se derretirá la cera de las alas". No las necesitamos, podemos volar sin ellas, podemos volar sin dioses, podemos volar juntos. Hay estrellas para todos.