El fuerte y húmedo soplo del Céfiro me arrastra, cabalgando, en las olas del estruendoso mar suavizada por blanda espuma. Hacia qué lugar me llevara esta barca, de toscas tablas y alocada vela, que muchas veces no se ni manejar. Qué puerto veré en lontananza, que me permita arribar, y descansar estos huesos ateridos y cansados de navegar. Vagando por la tierra inmensa, seguro estoy que me esperan aun grandes aventuras, nuevas navegaciones sin barca, por boscosos valles y altas cumbres, sin miedo bajo una ola a zozobrar, donde los caminos son más definidos y sopla el cálido y acariciante Noto.