La aurora resplandeciente

                                               A Ángeles

La aurora resplandeciente
cubría con sus rosas gasas,
por unos instantes, la superficie del mar
mecida por una brisa inapreciable
que no perturba,
tan solo
pequeñas ondulaciones
rosadas ahora en sus crestas.
Con un ritmo órfico
como de remeros del Argos,
el mar,
repite incansable sus ansias
de invadir tierra firme.
Me despierto de un sueño dulce
bajo un frondoso plátano,
cuando Eos,
recogiendo su rosado tul
alcanza la altura del cielo
descendiendo el Céfiro
hasta el horizonte en el mar.

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